Ven, Espíritu Santo!

 

Y llena de gracia las almas que Tú creaste;

Y consuélame en mis arideces, Tú que te llamas consolador;

Y hazme cada vez más dócil instrumento de tus inspiraciones;

Y sé mi descanso en las lágrimas y trabajos de la vida;

Y haz de mi alma un pequeño cielo para Dios;

Y sé Tú la luz con que vea mi inteligencia;

Y haz que mi voluntad no sea otra que la de Dios;

Y dame mayores ansias de Dios, Tú que res dulce deseo;

Y transfórmame de tal suerte que sólo Dios viva en mí;

Y llévame en tu mano hasta el gozo eterno de la Gloria.

 Gloria a ti, amor de los amores:

Por los siglos de los siglos. Amen