Entre los más célebres hospitales de la antigüedad -y concretamente en Europa- se encuentra, sin duda alguna, el Archihospital Sancti Spíritus in Saxia ubicado en la ciudad de Roma. Este magnífico edificio, mandado construir por el Pontífice Inocencio III, entre los años 1201-1204 sobre las ruinas de la Escuela de los Sajones fue el prototipo de los hospitales de la época, que copiaron de él, no sólo su organización interna sino incluso el modelo de fábrica externa.

Numerosos hospitales solicitaron entonces y aún después, ser admitidos como filiales del mismo: lo que les fue concedido. Como prueba de ello podemos contemplar, hoy día, hospitales en América (México, Santo Domingo, etc…) que ostentan los símbolos de la Orden del Espíritu Santo: la doble cruz y la paloma como representación del Espíritu Santo.

     Cuenta la tradición o leyenda que, la idea de construir este colosal hospital, tuvo su origen en una visión o sueño acaecida al Papa Inocencio III en los primeros años de su pontificado.

Él vio la maqueta del edificio que debía realizar y oyó una voz que le decía: “Inocencio, deja tus ocupaciones y vete al Tíber a pescar”. Consultado el caso con el Colegio Cardenalicio y hecha intensa oración, para que Dios les descubriera el significado de estas palabras se embarcaron y echaron las redes en el río. Pescaron sí, pero no eran peces no que obtuvieron, sino los cadáveres de pequeños infantes que unas madres desnaturalizadas o parientes, habían arrojado al agua para ocultar su nacimiento fruto, tal vez, del pecado. Hasta aquí la tradición o leyenda.

     El celo caritativo del gran Pontífice se apresuró en la realización del edificio y, conocedor de la actividad multiforme y caritativa que llevaba a cabo la Orden del Espíritu Santo, fundada por el Beato Guido de Montpellier hacia el año 1172-1174 y aprobada por él mismo en 1198, que poseía varios hospitales en Montpellier y otras ciudades francesas, así como en la misma Roma ubicados en Santa Águeda y Santa Maria del Transtívere, no dudó en llamar a Guido, para que tomara la dirección y ejercieran sus religiosos la actividad caritativa, en el nuevo hospital que proyectaba. Ellos le imprimieron una sabia organización que ha quedado reflejada en el LIBER REGULAE SANCTI SPÏRITUS, precioso Códice miniado que se encuentra en Roma, en el Archivo de Estado.

     De la notable influencia que ejerció la Orden sobre este Hospital nos queda el legado, no sólo del nombre: ARCHIHOSPITAL SANCTI SPÍRITUS IN SAXIA, su historia benefactora y, también, los incontables símbolos -la doble cruz y la paloma- que se ven por doquier en el Hospital y su iglesia.

     Pero aún hizo más el gran Pontífice Inocencio III. Por Bula de 19 de junio de 1204 unió el Hospital de Montpellier y Roma dándole a este último el honorífico título de Casa Madre de la Orden y sujetando a aquél, el de Montpellier, que había sido su cuna, a la primacía del de Roma. En la misma Bula el Beato Guido quedaba constituido Maestro General la Orden en general.

     Esta disposición del Santo Padre fue causa de algunos descontentos. Los Hermanos residentes en Montpellier sintieron que este hospital quedara en segundo lugar habiendo sido la cuna de la Orden.

     Durante muchos años, los Papas que siguieron a Inocencio III, favorecieron con grandes privilegios a la Orden y al Hospital romano.

El último de los favores otorgado por Inocencio III, viviendo aún el Fundador, fue la institución de una magna procesión que, con la efigie de la Santa Faz del Señor ypartiendo del Vaticano, hiciera Estación en el Hospital. del Espíritu Santo. “Todo ello está consignado en la Bula Commemorandas Nuptias” fechada el 3 de enero de 1204. Esta procesión se celebraría, según instituye el Papa, en el domingo 2º después de la Epifanía del Señor en el que la Iglesia celebra las Bodas de Caná. El Pontífice dirige una hermosa Homilía en la que relaciona las seis hidrias de agua, convertidas en vino, con las Obras de Misericordia que se practican en el Hospital.

     Con motivo de este acontecimiento, dispone el Papa que del erario pontificio se distribuyan grandes cantidades de limosna entre los necesitados de Roma para que aquel día puedan tomar: pan, carne y vino.

     Pocos meses después de este insigne favor, fallece en Roma Guido de Montpellier.                                                                                                                                               Transcurridos ocho siglos aún se eleva en Roma -muy cerca del Vaticano- el Archihospital Sancti Spíritus, si bien no regido por la Orden del mismo nombre, a causa de los avatares de los tiempos.