ARCHICOFRADÍA

     La Orden del Espíritu Santo fue fundada hacia el año 1174 en Montpellier (Francia) por el Beato Guido de Montpellier, para el ejercicio de todas las obras de misericordia. El Papa Inocencio III la aprueba y confirma en 1198.

     Sus miembros aunaban una vida de intensa oración, pública y privada, con la vivencia de la caridad en todas sus formas.

     Ya desde el principio, el fundador estableció una cofradía o confraternidad de piadosos seglares que, vinculados a la Orden, colaboraban con ella mediante la donación personal y material, a la vez que vivían según las normas del Evangelio. Así consta en la Regla escrita por el fundador.

     Esta Cofradía se extendió rápidamente por el mundo cristiano -igual que la Orden a la que pertenecía- viviendo bajo la sombra de las numerosas fundaciones realizadas; aunque también existió en núcleos aislados, siempre dependiendo de la Casa-Hospital de Roma.

     Empezando por Inocencio III y continuando en sus sucesores en el trono pontificio, los sumos pontífices la tuvieron en gran estima y concedieron innumerables privilegios.

     A ella han pertenecido -a través de los siglos- altos destinatarios de la curia romana; como también incontables reyes y príncipes de la cristiandad. Son varios los santos canonizados que vivieron su espiritualidad como por ejemplo, Santa Francisca Romana, San Camilo de Lelis, Beato Antonio de Hungría, etc.

     Las vicisitudes de los tiempos y las incontables guerras fueron la causa de momentos de decadencia habidas en la misma, pero los Romanos Pontífices se apresuraron a restablecerla, como Eugenio IV, Sixto IV y Julio III. Todo esto queda reseñado en el dossier que se acompaña y puede dar una idea de su origen y trayectoria.

     El Monasterio del Espíritu Santo de Sevilla -al igual que las demás Casas de la Orden- inicia esta Cofradía en los primeros momentos de su fundación en 1538, y de ello queda constancia, además de en otros documentos, en el elenco de cofradías, realizado por el Hospital del Espíritu Santo en Roma -se acompaña fotocopia- que fecha su establecimiento en 1553 con la denominación de SANTA MARÍA DE JESÚS.

     En 1938 hay un resurgimiento de la misma que perdura hasta 1942. No se han hallado muchas noticias sobre esta época, pero se intuye que, espíritus rígidos, creyendo “dar gloria a Dios” abortaron este floreciente renacer. Se rigió por unos Estatutos, aprobados por el entonces Cardenal Segura; pero están perdidos.

     En un intento de supervivencia, la comunidad del Monasterio solicitó ser agregada a la Archicofradía del Espíritu Santo que existía en Roma y fue admitida en el año 1953.

     El año 1998, año en que se conmemoraba el octavo centenario de la aprobación y confirmación de la Orden por la Sede Apostólica, ha sido un momento importante para la misma. Entre las inquietudes despertadas, una fue restablecer la antigua Confraternidad y ello, no sólo entre las Casas existentes, sino también en Montpellier, ciudad natal del fundador, donde un grupo de seglares quiere vivir a la sombra de la Orden benemérita formando parte de una Cofradía que tratan de dar legitimidad, según los cánones de la Iglesia y la tradición de la Orden.

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