¡Hermoso y divino Rostro, en el que se complacen y deleitan los ángeles! ¡Rostro de Cristo, que exhalas las fragancias de la unción y de la misericordia! ¡Rostro de Cristo, alegría del cielo, cuya belleza ansia gozar toda la tierra!

¡Rostro sellado con los virginales besos de María, acariciado por el castísimo José, venerado por los pastores, adorado por los reyes, seas por siempre bendito! ¡Rostro lleno de sudor en el huerto y de salivas en el pretorio; abofeteado por los ingratos, velado por los inicuos, seas para siempre bendito! ¡Rostro inefable, que quedaste impreso en el lienzo, para premio de la ternura y compasión de una piadosa mujer! ¡Rostro sagrado, reliquia preciosa venerada constantemente en nuestra Orden del Espíritu Santo, te adoramos en Espíritu! ¡Rostro de Cristo nuestro bien, salud y salvación, concédenos el continuo recuerdo de tu adorable presencia, míranos con tus dulces ojos, escóndenos en tus inefables miradas, para que seamos dignos de oír de tus labios: Venid benditos de mi Padre a poseer el Reino en el tiempo y en la eternidad! Amen.